miércoles, setiembre 21, 2005

Princesa mia...


Princesa mia, dueña de las lagrimas del cuerpo exausto que te entrego,
por qué el amor no se ha posado
en tu vientre,
por qué tu cuerpo le pide solo olas a
este viejo marinero,
a este viejo comandante de ilusiones eternas que ha
sido condenado a la más cruel criatura de Torra, a la mujer de cristal.
He pensado cuando caminas por los pasadizos de nuestro fragil castillo,
que Torra nos ha consumido la humanidad,
que su grandeza y crueldad nos a sentenciado al deseo,
y que el amor jamás fue aceptado, o jamás fue pronunciado.
Y ahora mientras hacemos poemas,
las sabanas ya no muestran la sangre inocente,
tus labios solo buscan mi debilidad,
tus ojos miran la gran torre,
y tu gritas exigiendome placeres prohibidos olvidandote del condenado.

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