lunes, marzo 04, 2013

Alguna vez mi madre me dijo que no son los padres los que eligen a los hijos que tendrán, sino al revés, somos nosotros los que elegimos a los padres de los que naceremos (esto según la cultura oriental china). Y si mi madre tiene razón en eso, entonces también es válido decir que uno puede elegir el lugar donde nacerá. Y si me preguntaran, sinceramente, a pesar de la pobreza, la delincuencia, la corrupción, el tráfico, la contaminación y la ingratitud, yo volvería a elegir este país para nacer una vez más. Volvería a elegir el país de Arguedas, de Mariátegui, Vallejo, Adán, Valdelomar y tantos otros cuya herencia siento que corre por mi sangre. Volvería a elegir este país porque no concibo otra forma de vida y no me imagino sin los bares de Quilca, o el barrio donde crecí y jugué pelota al medio de la pista, las señoras que salen con sus carritos en plena avenida Tacna y a quienes les compro mi adorado choclo con queso a dos soles cincuenta o dos soles, caserito, depende del tamaño del choclo. Esta cultura chicha, popular, que algunos tanto desprecian tiene una belleza insólita e infinita. Los cerros por donde he andado de chiquillo, los arenales que he cruzado con mi viejo, los tiempos donde vivíamos en un pueblo joven donde no había luz ni agua o desagüe y donde teníamos que alumbrarnos con velitas. Entonces yo no entendía nada y reclamaba las comodidades a las que me tenían acostumbrado. Pero hoy entiendo que todo aquello que viví es lo que me hace tener la capacidad de soñar y de luchar por cosas que algunos llaman utopía pero que yo creo ciertas. Ahora recién entiendo que si mi viejo nos sacó de una casa cómoda y nos llevó a vivir a aquel pueblo joven extraviado al medio de la nada, donde la oscuridad era tan terrible como una boca de hiena a punto de devorar a su presa, lo hizo solo para demostrarme que con trabajo, esfuerzo y compromiso aquel arenal abandonado podría transformarse en una pequeña ciudad. Y así lo hizo y ahora veo casas, postes de luz, tuberías de agua e internet y cable mágico y tantas cosas más.

Entonces, en el fondo, quizás sea cierto lo que dice mi madre, que somos nosotros los que elegimos de quiénes nacer. Y si es cierto y algún día algún ser supremo me pregunta de quiénes y dónde quiero nacer. La respuesta será obvia.
Yo soy el amor que toca tu puerta
No llevo traje ni corbata
Voy siempre desnudo en verano
Y en invierno nada más que un taparrabo
Algunos me gritan loco por la calle
Y se alejan espantados
Pero yo soy el amor que toca tu puerta
Despacito por las noches
Para no despertar a tus padres
No voy a escribirte esta vez
No voy a extrañar las sombras
Que dibujaban las líneas de tu cuerpo sobre las sábanas
Como mapas extraños que algún cartógrafo loco
Debía entender
Voy a dejarte partir
A ver si entiendes de una vez
Yo no soy puerto
Por más que mis ojos parezcan encerrar
Las barcas que anclan en el Callao
Lo que yo soy es tierra húmeda
Pasto verde que crece alrededor de la chacra
Soy comida para carneros
Para las ovejas
Soy la madera que cruja en la chimenea
Las noches de invierno
Yo no soy puerto
Tú eres gaviota
El Callao amanece
Los pescadores salen a trabajar
Tú has partido
Yo permanezco
Sé que te dije cuando marchaste
Que tu partida serviría para el dolor dos veces
Como diría Vallejo
Pero sobre todo que serviría para este acto extraño
De amontonar palabras una a lado de otra
Como un tenaz balbuceo
Que algunos llaman escribir
Sé que lo dije pero ahora
Acá sentado frente al papel vacío
Levanto los ojos y lo que veo es el pelotón de fusilamiento:
La poesía y yo hemos quedado huérfanos
Y nuestros cuerpos vacíos
Cuelgan de cordeles
Olvidados
Te estoy esperando
Como se espera una calamidad
Una cruz en el pecho
La billetera vacía
El rostro empolvado
Tú lejana
Lo cierto es
¿Acaso no ha durado ya demasiado
Esta catástrofe?
No soy de acá ni de allá
Tampoco de ti
Soy del fuego
Me hago cenizas
Y al finalizar la noche
Solo me espera la escoba y el recogedor
Las señoras que como búhos tristísimos
Salen a limpiar las calles de esta melancólica ciudad
Pesa saber que te veré
Y será como no estar viéndote
Que tú pasarás vestida de novia
Y yo no ostentaré nada más que mi nostalgia
Y que cuando en el altar el obispo te pregunte
Si deseas estar con él para siempre
Sabré que la eternidad
Es el puñal más certero
Créeme que lo peor no es estar vacío solamente
Es estarlo sin ti
Y sin ningún vicio en el cual hundirme
Más que esta nostalgia
Te he soñado mientras esperaba que volviera la luz a casa y me he dado cuenta que desde ese día ya no visito centros comerciales, ni espero personas frente a establecimientos telefónicos. Todo aquello se ha vuelto sagrado. Y aunque sé que estás lejos te puedo decir que esos labios eran tus labios y el amor era el mismo que cuando nos sentábamos bajo la gran catedral de Lima hasta que tocaba huir porque no necesitábamos de sermones y además la palabra de Dios ya la conocíamos demasiado (especialmente tú). Te he soñado y la verdad no sé cuánto de cierto habrá en todo eso, quizás solo sea el delirio de mi nostalgia o es que en realidad mi alma te busca en esos campos oníricos donde la hierba amanece húmeda y las vaquitas son de colores. Pero algo sí puedo decirte: ya no hay media noche como la que me abrazaba contigo ni ciudad más triste que esta. Y no porque Lima sea realmente la garganta terrible de una enorme ballena blanca (imagen que es una posibilidad bastante cierta, vale decir); sino porque estás lejos en estos tiempos de crudas revocatorias y tu ausencia se ensancha tanto que va quedando poco espacio para la esperanza. Muy poco.
Estoy triste y tú nunca sabrás por qué
Así como mi sangre no entiende por qué de esta nostalgia
Ni el por qué de esta cerveza que ha reemplazado
La sangre que bombea el corazón
Tú nunca sabrás que te quise
Y que te adoré como ninguna
Y que si tú me hubieses pedido
Que te esperara toda la vida
Yo lo hubiera hecho
Porque toda la vida no es más que un parpadeo
Tú parpadeo
Porque toda la vida se resume en un verso
En ese verso que dice
Estoy triste y tú nunca sabrás por qué
Pero lo cierto es que lo sabes
Y el mundo también
Pero el único que queda triste
Realmente triste
Soy yo
Y el parpadeo es ya no un verso
Si no un vaso de cerveza caliente
Todos los miran
Nadie lo quiere tomar
Y ahí estoy yo diciéndote:
Salud, compadre,
Paga mi pasaje por favor
Y deja que mi corazón
Deambule por las calles de este distrito
Hasta llegar a una cama
Que se paresca siquiera a mi cama
Pero que nunca tendrá tu olor
Porque tú una sola vez te posaste sobre ella
Y fue para decirme
Que lo querías a él
Más que a mí
A pesar de Vallejo
De Martín Adán
A pesar de que te dije
Que Lima para mí era la canción de nuestra vida
Tú lo elegiste
Y yo ahora escribo estos versos
Y me callo
Y vuelvo a escribir
Y poco importa
Porque al final la cerveza está caliente
Y yo solo quiero dormir
Y decirte, compradre
Aquí lo que dijimos que escribiría
A pesar de que ella no lo entienda
A pesar que no aparesca en ningún libro de poesía
O alguna antología

lunes, febrero 04, 2013

No sé bien por qué
Pero el sonido del charango y la zampoña
Me transporta hacia tu puerta
Cholita linda
Y cómo hubiera querido ser
La saya que adorna tus muslos
El viento que sale de la quena
Y entra por los orificios
De tu artesanal rostro
Yo no sé mucho de fútbol y pasé casi toda mi vida alejado de ello (salvo por las épocas de la niñez, que peloteábamos en medio de la pista con la gente del barrio, con dos piedras equidistantes una de la otra como ‘arco’). De ello aún conservo recuerdos en formas de heridas, una marca como un estigma en mi rodilla derecha que siempre me recordará a cierta noche donde me saqué la mismísima mierda por culpa de un foul. Nunca fui realmente bueno en la cancha, nunca me apasionó demasiado y por eso en la adolescencia lo dejé de lado y me dediqué a un deporte que me llamaba más la atención en esos momentos: el basketball. Sin embargo, con el pasar de los años, la literatura y la música, la cerveza y los amigos, fui reencontrándome con esa pasión que por mucho tiempo había estado ausente de mí. No sé por qué, pero un día de pronto me vi viendo los partidos de la selección y gritando sus goles y sufriendo sus derrotas. Por eso, y porque soy un idealista en el fondo (y al mismo tiempo fatalista, si uno se pone a pensarlo bien ambas cosas va de la mano, hay una relación sumamente estrecha de la cual una no es sin la otra), sigo viendo los partidos, sigo pidiendo mi cerveza y aún así lo que venga sea solo derrotas, seguiré creyendo. ¿Por qué? Porque al final de cuentas encuentro que lo más parecido a nuestra sociedad es el fútbol peruano. Y si tengo la convicción y la fe de que algún día nuestro país será mucho mejor y será, finalmente, un país de todos y para todos (para lo cual tenemos que poner siquiera nuestro granito de arena); entonces también puedo creer, y estoy obligado a hacerlo, que algún día el fútbol peruano como antes, como en esas épocas de oro que nos relataban y a algunos aún lo siguen haciendo, nuestros viejos o abuelos, volverá a darnos alegrías.
He guardado la última noche
Entre los relatos que suelo escribir
La he fragmentado en cientos de pedazos
Y las he repartido entre mil y un historias
Si algún día quieres recuperarla
Solo tendrás que leerlas todas
Y como un rompecabezas
Armar la historia de nuestra vida
Yo podría hablarte de la muerte
Del olvido
Del hambre o el silencio
Y nada te asustaría
Sin embargo
Si te hablara del amor
Correrías como una niña pequeña
Correrías asustada como si a nuestro lado Fukushima
Ardiera en rojo como aquella película de Kurosawa
Yo a lo que le temo es a la distancia
A la noción de saberte extraviada
La palabra amor es solo una coraza
Que nos salva
Que nos protege
Que nos acerca como un puente
Como la mano que le tiendes
Al viejito que duerme en la calle
Desnudo
Calato
Raído
Como si algún vientre pérfido en vez de traernos al mundo
Nos expulsara hacia él
Pero a veces creo que el amor
Debe encontrarse en los pasillos de un manicomio
Entre la triste y desesperada copulación
De ninfómanas y esquizofrénicos
Mientras Dios ha de ser
El guardián de turno
Que mira con morbo
El acto lascivo
A Bardock

A veces me parece aún verte deambulando por la casa
Con tu larga melena dorada
El mundo ha esnifado tu cuerpo
La tierra ha devorado tus huesos
Y sin embargo no ha podido contigo
Has dejado claro que la voluntad no es solo cosa de hombres
Un grito de guerra
La lágrima eterna de una madre por su hijo muerto
La palabra Libertad pronunciada desde los labios de un proletario
Todo eso eres tú
Y por acá se te extraña tanto
Que a veces a la hora del café
Rememoramos tus andanzas
Tu coraje
Tu atrevimiento
Aquellas peleas que solías tener contra tres o cuatro
De las cuales volvías totalmente magullado pero victorioso
(Eras lo más parecido a un héroe griego)
Y ahora que te veo deambular por la casa
Te busco emocionado pero nunca te alcanzo
Te diluyes entre el misterio y el infinito
Nos dejas saber que estás ahí
Que eres como el amor
Algo que no se ve pero se siente
Y por eso ahora sé que debo dejarte andar
He parado de buscarte
Y cuando siento que me estás mirando
Solo esbozo una sonrisa tímida y lejana
¿Te das cuenta?
Incluso después de la muerte
Seguimos siendo cómplices

lunes, enero 28, 2013

No hace falta ceremonias
Ni usar palabras rebuscadas
Basta decir que te vi entre las calles
Yo llevaba un cigarrillo
Entonces supimos que estábamos hechos para el otro
Cuando al cruzarnos me preguntaste
Si tenía fuego para encenderte el corazón
Y yo comencé a escribirte
En la envoltura de la cajetilla
Que lo que había era un incendio
Entre nosotros dos
Me voy con la luz
Que acompaña tu nombre
Me voy hacia el sol
A quemarme las alas
Me voy sin reclamos
Sin penas
Ni remordimientos
Porque lo único real que al final queda
Es la partida
Y la luz al final de tu nombre
Eres el amor desde Jauja
Desde el campo húmedo que adorna la casa
Te levantas junto con el ánima de mi abuela
Que te susurra al oído
Que quizás deberías quererme
Y tener junto a mí siete hijos que trabajen esta tierra
Los llamaríamos como los días de la semana
Para al verlos correr y entreverarse
No saber nunca qué día es exactamente
Ni en qué mes estamos
Aislarnos completamente del mundo
Vivir estrictamente de la leche de las vacas
La carne del ganado
Los pétalos de las flores
Regresar a lo primigenio de la humanidad
Ser nada más que dibujos sobre las cavernas
Adorar al sol
Adorar nuestros sexos
Ahogarnos dentro de la ceremonia de las eyaculaciones
Y al morir volvernos pasto
Volvernos viento
Volvernos lluvia
Ser tierra
Ser aire
Ser agua
Engendrar la vida eternamente
Estoy varado a las orillas de un poema
Que dice tu nombre y se esconde
Como hacíamos en la infancia cuando tocábamos un timbre ajeno
Y luego salíamos despavoridos
El corazón a mil por hora
La satisfacción y el orgullo de una perfecta travesura
Jamás castigada
Todo es igual salvo que ahora
Aquí frente al poema
Uno no puede realmente correr y esconderse
Tampoco está el orgullo de la travesura
Ni la impunidad del azote materno
Solo el terror y la tristeza
Frente a la hoja en blanco
La certeza de que hay un poema
Que habla de tu nombre
Y aún no ha sido escrito
No sé si algún día podrás perdonarme
Si algún día se escribirá tal poema
Solo tengo la leve esperanza
De que al leer esto
Dentro de sus líneas encuentres
Las iniciales de tu nombre

domingo, enero 13, 2013

Ahora todos escriben poesía
Ahora todos son poetas
Ahora todos ganan premios nacionales
E internacionales
Se van hasta México
Hasta España
Incluso hasta Francia
– Que es donde mi hermana tiene un pequeño departamento
En el que conviven ella y todos sus ex amantes–
Aunque Francia nunca sea España y nunca llegue a tener ese cáliz
Ni ese aparta que le dolía tanto a Vallejo
Y que ahora en medio de tanta crisis
Les duele a sus propios habitantes
Ahora todos los poetas están iluminados
Son lo más interesante de la escena joven del Perú
Les rinden pleitesías
Les echan más flores que a un difunto
Menos yo por supuesto que no soy poeta
Ni me interesa serlo
Hay que ser muy vanidoso para llamarse uno mismo poeta
Por eso yo no escribo poesía
Ni gano premios nacionales
–Mucho menos internacionales–
Tampoco creo ser capaz de hacerlo
Cuando en algún tiempo intenté escribirla
Entendí rápidamente que debía dedicarme a otra cosa
Por eso ahora me dedico a ser arquitecto
De sueños y delirios que ciertas noches ni yo mismo entiendo
Lo plasmo todo sobre el papel
He perdido el juicio
Imagino que todo se lo estoy contando a alguien
Quizás a mi hermana
Esa misma que convive con todos aquellos ex que ya partieron
Un día me dijo
Al encontrar mis papeles sueltos
Que yo era poeta
Que era lo mejor que había leído en mucho tiempo
Me enfurecí y empecé a escribir esto
Esta especie de misiva en forma de sopetón
Para decirle que está loca
Que está equivocada
Que yo puedo ser cualquier cosa menos poeta
Porque los poetas hoy viajan por todo el mundo
E incluso se los ve desfilar en las últimas pasarelas de Dolce Gabbana
Por eso yo no soy poeta hermana mía
Lo siento mucho
Tendrás que conseguirlo en otro lado
Sumar un ex más a la gran colección que ya posees
Los poetas de hoy me espantan tanto
Que ya no busco películas de terror para pasar la noche en vela
Ahora leo biografías
Busco reseñas y entrevistas por la web
Con eso me basta para que mi pecho comience a agitarse
Y vuelva a sentir ese ahogo que muchas veces la soledad me contagia
Lo único triste
Realmente triste
Es esa pregunta punzante que al final nos queda
Esa que suena y resuena en los tímpanos del corazón
Y de todo nuestro idealismo:
¿Qué sucederá, entonces, con la poesía?
Qué sucederá, hermana mía, es la trágica pregunta
Si ya no hay poetas que la defiendan
Si ya no hay poetas que enarbolen la bandera de la lucha
Esa que nos enseñó a levantar el viejo
Mientras nos llevaba sobre sus hombros
Por los arenales y pueblos jóvenes
Que hoy forman parte de toda nuestra historia
Llegar a casa y darse cuenta de haber dejado el celular olvidado
Ver las llamadas perdidas y entender que en realidad no lo olvidaste
Lo dejaste ahí a propósito
A sabiendas que sonaría
Que tu madre seguramente le diría a tu hermano
Refunfuñando
“¿Para eso se compra un celular nuevo?”
Gritando que lo calle
Que calle el maldito tonito
Y es que ella no entiende que poco importa
El celular
Los relojes
La catedral donde me siento a pensarte
Tu ausencia es tan nítida
Como si a mi lado cada noche roncara un coyote
Roncara su nostalgia
Su dolor
Su herida que supura lágrimas
En vez de sangre
El celular no me sirve si nunca veré tu llamada
Para mis amigos no lo necesito
Ellos son como ánimas que deambulan por esta ciudad
Me los encuentro en los bares
Librerías
En la puerta de los hoteles
Ebrios y casi desnudos
Decidiéndose si terminar el poema antes de alquilar el cuarto
O hacerlo dentro
¿Lo ves?
El celular es solo por ti
La tecnología
La modernidad
Todas esas cosas que me disgustan tanto solo por ti
No soy ningún mártir
Solo un chico enamorado que detesta la adolescencia
Las redes sociales
Las discotecas de moda
Por eso ahora dejo el celular olvidado
Con la certeza de que en realidad cosas como esas jamás se olvidan
Saldré a la calle y en el momento en que llegue a la página número cuarenta
Del libro que ando leyendo me preguntaré
¿Habrás llamado?
Entonces me acordaré de las redes sociales
Las discotecas de moda
La maldita adolescencia
Recordaré todas esas cosas que tanto detesto
Y que tú adoras
Me preguntaré entonces qué demonios es el amor realmente
Pero sabré con más certeza que nunca
Que la respuesta no estará en los libros de Cortázar ni García Márquez
Habrá que salir a la calle y buscarlo
Habrá que salir a inventarlo si es necesario
Habrá que salir con el pecho abierto
El corazón al aire
Preparado para ofrecerlo como se hace con una canción
O un poema
Como diría Silvio
Preparado para morir como una mantis
En brazos de la amada.
Uno se da cuenta de que es pobre,
muy pobre,
cuando solo tiene cinco soles para un chaufa
y al llegar el plato a la mesa,
y comenzar a dar los primeros bocados,
uno siente como un susurro,
como una revelación tristísima,
la imperiosa necesidad de partir cada pedacito de pollo o de carne
en dos trozos casi iguales
(y nótese la relevancia del "casi")
y uno tiene que hacerlo porque si no,
si uno se descuida,
de pronto el plato se vuelve arroz con sillao puro
y la pobreza sabe más,
mucho más amarga,
cuando lo único que acompaña el arroz,
además del sillao,
es la soledad y un cabal entendimiento
de que somos realmente pobres
viviendo en un país de ricos.

domingo, diciembre 30, 2012

Tengo tu amor
Guardado en la alacena
Donde ya nadie busca el amor
La sal o la azúcar
Una alacena que se ha visto invadida de telarañas
Polvo y mohín
Está como mi corazón
Abandonado
Solo los insectos rondan por acá
Y los fantasmas de lo que alguna vez fuimos

jueves, diciembre 20, 2012

Uno se da cuenta de que es pobre,
muy pobre,
cuando solo tiene cinco soles para un chaufa
y al llegar el plato a la mesa,
y comenzar a dar los primeros bocados,
uno siente como un susurro,
como una revelación tristísima,
la imperiosa necesidad de partir cada pedacito de pollo o de carne
en dos trozos casi iguales
(y nótese la relevancia del "casi")
y uno tiene que hacerlo porque si no,
si uno se descuida,
de pronto el plato se vuelve arroz con sillao puro
y la pobreza sabe más,
mucho más amarga,
cuando lo único que acompaña el arroz,
además del sillao,
es la soledad y un cabal entendimiento
de que somos realmente pobres
viviendo en un país de ricos.

sábado, diciembre 08, 2012



Tengo el terror de tu nombre
De vernos a través de la ventana 7 años atrás
Abrazados en un bus hacia algún terminal
Miedo del susurro del que soy ahora
Que me diga lo que ya sospecho esos días
Que me diga de los años, de las horas
Que sigo buscando el corazón anclado
En algún parque miraflorino
Nos perdimos entre la oscuridad y el follaje espeso
Entre nuestros pocos años y la necesidad
De tener sexo al aire libre
Ya no somos lo que éramos entonces
Ya no tengo en mis ojos la tristeza
La ilusión
Ahora cuando amo soy algo mezquino
Me he sacado un ruc y pido factura
¿Te imaginas?
Es como un eco toda nuestra historia
Caminar el jirón de la unión
Buscar el cine más barato
Escondernos entre la oscuridad
Otra vez
Y dejar que el amor nos haga
Nada de eso ha vuelto
Supongo que diecisiete años solo se tiene una vez
Y el primer orgasmo
La primera eyaculación
Siempre será el acto más doloroso
Incluso antes que la resaca
Quizás sea por eso que nunca te he dado una despedida
Quizás por eso que tus funerales aún esperan mi cigarrillo
Dejemos las despedidas para más tarde
Aunque ya sea bastante tarde
Mira cuántos años y aún no sé cómo decirte hasta nunca
Vives en mí como un latido
Como un pedazo de sueño que guardo sobre la mesa de noche
Y que a veces inhalo para no sentirme completamente vacío
Aún no he aprendido cómo se hacen las despedidas
Y eso que he nacido en un puerto donde diariamente la gente va y viene
Ni siquiera me despido aún del vientre de mi madre
Lo conservo cerca
Intacto
Por si algún día hay que huir definitivamente
Y tu vientre también lo conservo
Y me repito que el amor más puro ha de ser eso:
Nacer de ti
Llevar tu pezón hasta mi boca
Convertirte en mi primer alimento
Embriagarme de tu seno
Por primera vez
Como cuando teníamos diecisiete años.