lunes, marzo 04, 2013

Te he soñado mientras esperaba que volviera la luz a casa y me he dado cuenta que desde ese día ya no visito centros comerciales, ni espero personas frente a establecimientos telefónicos. Todo aquello se ha vuelto sagrado. Y aunque sé que estás lejos te puedo decir que esos labios eran tus labios y el amor era el mismo que cuando nos sentábamos bajo la gran catedral de Lima hasta que tocaba huir porque no necesitábamos de sermones y además la palabra de Dios ya la conocíamos demasiado (especialmente tú). Te he soñado y la verdad no sé cuánto de cierto habrá en todo eso, quizás solo sea el delirio de mi nostalgia o es que en realidad mi alma te busca en esos campos oníricos donde la hierba amanece húmeda y las vaquitas son de colores. Pero algo sí puedo decirte: ya no hay media noche como la que me abrazaba contigo ni ciudad más triste que esta. Y no porque Lima sea realmente la garganta terrible de una enorme ballena blanca (imagen que es una posibilidad bastante cierta, vale decir); sino porque estás lejos en estos tiempos de crudas revocatorias y tu ausencia se ensancha tanto que va quedando poco espacio para la esperanza. Muy poco.

No hay comentarios.: