martes, noviembre 27, 2007

Lápiz Labial

Ángela despierta sudorosa. En su mente aún pasan imágenes extrañas. Se ve en ellas con un cuchillo filoso entre las manos traspasando la piel de Alberto, hay sangre por todos lados, gritos ahogados y una camisa con una pequeña mancha de lápiz labial tirada sobre el suelo. Se siente horrorizada. No lo cree y a la vez sí. De miedo, de mucho miedo, tiene los ojos fijos en la pared. No los mueve. Tiene miedo que si ve su ropa, o sus manos, encuentre sangre. Quiere pedir ayuda pero sabe que se encuentra sola. Es un departamento chico y aún así sobra tanto espacio. Si los objetos no logran llenar un departamento menos lo harán con la vida, se dice. Se levanta aún temerosa y al llegar al baño se mira en el espejo. Esta pálida y sus ojeras son evidentes. Abre el caño y antes de sumergir las manos se detiene. Tiene que saber si hay sangre en sus manos, se dice. Violentamente, como quien acepta un destino horrendo, baja la vista y las ve. No hay sangre. Aliviada las sumerge en el agua y las enjuaga con jabón. Vuelve a mirarse en el espejo y se ve demacrada. Siente pena por ella misma y, a la vez, rencor hacia Alberto. Él tiene la culpa, por él es que está tan acabada, piensa. Se mira y no puede creer que tenga 25 años. Recuerda, nostálgica, su luna de miel y le parece un sueño. Más incluso, un cuento de hadas. Y ahora vivía en una pesadilla de la que no encontraba escapatoria. Con pasos pausados vuelve al cuarto y cuando esta a punto de recostarse escucha los golpes en la puerta. Mira su reloj y ve que son las 2pm; la hora de llegada de Alberto. Lo recibe con un beso en la mejilla y se dirige a la cocina a prepararle algo de comer. Escucha sus quejas sobre la comida, puras frituras baratas, lo oye decir. Se dice a sí misma que le hubiese gustado nacer sorda y se muerde los labios mientras intenta pensar en algunas de las novelas que a leído últimamente. ¡Qué bonito es el amor ahí! Tan distinto a la realidad, piensa. Mientras sirve la comida,va hasta la mesa y le deja un plato de huevos con arroz, critica su debilidad. ¿Para qué quejarse si no se atrevía a hablarle directamente y decirle que querían que las cosas fueran distintas? En el dormitorio encuentra todo desordenado, agarra la camisa que ha dejado tirada Alberto y se dirige hacia la canasta donde guardan la ropa sucia y, antes de tirarla, ve un rastro de lápiz labial sobre ella. Siente que le comienzan a dar mareos y la cólera se apodera de ella. Se dice que no había dudas sobre lo que significaba y tampoco sobre lo que debía hacer. Silenciosamente va a la cocina y coge un cuchillo. Alberto ya no está en el comedor sino en la cama durmiendo. Ángela entra al cuarto y al verlo ahí, tirado con esa horrible panza al aire, recuerda su pesadilla y sonríe, mientras deja su lápiz labial sobre la cómoda y tira la camisa al suelo.

3 comentarios:

Artesanías y Arte dijo...

Como siempre encantada de tus palabras, encanta de la tematica que trabajas en el post..

Realidad, realidad...

Un abrazo

Artesanías y Arte dijo...

Hola muy bien muchas gracias, tu como estas?

Sabes? Yo también quiero nuevamente un vampiro, que cosas no me puedes decir? jajaja

Un saludo

Artesanías y Arte dijo...

Hola lindo? No ahi más post? jeje

Muchas gracias por la atención. Cuidate