jueves, abril 16, 2009

I

ambos lloraremos,
al ver nuestra piel con su color cucaracha,
o su olor a tiempo rancio,
a leche avinagrada.

II

y no es que vayamos a hacerlo con desdén,
será como hacer el amor
sobre una alfombra larga y elegante,
despedazando nuestras cortezas.

III

frotaremos nuestros huesos
frente a la chimenea,
intentando encenderla.

IV

y cuando veamos las cenizas
habrá más llanto,
¿puro polvo que llora,
te lo imaginas?

V

si fuéramos árboles,
no habría que temerle al tiempo,
o quizás sí,
más incluso.

VI

pero hay cosas peores,
mira esta ciudad que se ahoga
en el sudor de sus alcantarillas.

3 comentarios:

Unknown dijo...

pequeña cenicienta!

Oswaldo Bolo Varela dijo...

La última parte del poema, me remitió a la canción de Luis Eduardo Auté, AL ALBA...


Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada,
no sé qué estrellas son éstas
que hieren como amenazas
ni sé qué sangra la luna
al filo de su guadaña.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos
se esconden en las cloacas,
comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.

Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas,
no te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza,
maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.

Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones,
amor mío, al alba,
al alba, al alba.

Manongo Blue dijo...

me gusto la ultima parte expresamente