yo tuve la certeza
de haber caminado ya estas calles antes
cuando me preguntaste
extrañada
por qué era que sabías
que ese hotel que nos miraba
con su fachada despintada
antes había sido
un pequeño establo
que el olor a paja
y a heno
removían tu corazón
y tus piernas
comenzaban a temblar
con los bellos de tu sexo crispados
como si esta ciudad
de pronto
se hubiera congelado
o estuvieses reviviendo
una vez más
tu primer orgasmo.
a nuestro alrededor
los perros aullaban;
la noche,
también.
viernes, setiembre 16, 2011
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario