mira
ella entra con su vestido blanco
con esa luz que sale como pájaro de sus ojos
me sonríe y hace preguntarme
qué es más dulce
el vino que me sirve en la copa y que me entrega ceremoniosa
o la copa que vive en sus labios
como una oruga roja colgada de algún árbol milenario
una oruga que también podría ser un corazón chiquito
un pañuelo de sangre que ondea agitado por algún viento misterioso
y mira
ya te dije de su vestido blanco
y entonces también tendría que decirte de sus grandes ojos de búho
de la primavera que nace de su cabello colorido
de su piel tersa y clara como una luna salvaje que se va escurriendo
yo tendría que decirte también que mientras la veía
no pensé en ti siquiera un instante
entre el humo de los cigarrillos
la copa de vino
la cerveza y sus ojos que ululaban no existías
ni siquiera como un vago pensamiento
ni siquiera la inmortal piedrita en el zapato
en esos momentos el mundo era mío
completamente mío
un mundo sin ti
libre de ti
olvidado de tu presencia
y si te digo todo esto
también he de decirte
que voy entendiendo que la página se va acabando
y que tú eres finalmente como los fantasmas
vienes a mí
una y otra vez
a jalar mis sábanas
a susurrarme al oído tu nombre
a confirmarme que eres como las olas
que vas y vienes infinitamente
viernes, noviembre 04, 2011
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