sábado, marzo 31, 2007

De lo que fue, lo que es, y lo que no debio ser (confesion)

A veces llego aburrirme de estas cuatro paredes blancas. Cada vez que salgo de este cuarto, que parece una prision, veo que todos aca son tan uniformes y aburridos,ropa blanca, con lentes y, ademas, siempre estan apuntando cosas en su libreta mientras nos hablan. Ya he olvidado hace cuanto que no salgo de este lugar, a pesar de que por mi ventana siempre puedo ver el sol, pero lo que nunca he olvidado es que cuando todo esto sucedio, Carolina ya no era una adolescente. Si bien su rostro podría engañarnos con una edad de quince años, ella tenía diecinueve. Estudiaba Derecho en la Universidad Católica y se podía decir que era una alumna aplicada, pues no era de aquellas chicas que se pasaban todo el día encerradas en su cuarto estudiando. A Carolina le gustaba pasear mucho, siempre en compañía de Alberto, que era su enamorado. Como a todas las mujeres, también, comprar ropa con sus amigas en las grandes tiendas como Saga o Ripley era una de sus actividades favoritas. Odiaba los deportes, a pesar de ser muy agil. No le gustaba recibir regalos, y los unicos que recibia era los de Alberto. Una vez cuando Raquel, su mejor amiga desde la infancia, le dijo que Alberto se le habia insinuado, sus padres tuvieron que sujetarla fuerte pues cuando subieron a su cuarto, guiados por los gritos de dolor de Raquel, vieron que Carolina le habia arañado toda la cara y la tenia de los pelos. Para ella, Alberto no era un simple enamorado, ella decia que él era el amor de su vida. Tenía un cuerpo menudo y gracioso, le gustaba usar polos de color verde apretados y unos shorts pequeños o pantalones jean, que le quedaban muy bien. Sus ojos eran de color café, su piel blanca, tostada un poco por el sol, sus labios rozados, unas mejillas nada discretas y una cabellera hermosa de color negro azulado. Cuando hablabas con ella nunca te miraba a los ojos, su mirada parecia perderse en los alrededores, como si estuviera observando todo, y sentias, que aunque su voz era dulce, sus palabras producian una sensacion extraña. Su piel por las mañanas era fria, y en las noches tibia, a veces creia que por sus venas corria sangre de reptil. Alberto era la vida de Carolina y los días que no se veían ella se deprimía, se echaba en su cama llorando por no saber nada de él, muriéndose de celos al imaginar que él pudiera estar coqueteando con alguna chica. Recuerdo que una vez leí en su diario: "Hoy pase toda la tarde oliendo el polo que Alberto dejo de accidentalmente la semana pasada...". Al principio pense que era normal, he conocido un par de chicas asi, pero poco a poco me fui dando cuenta que habia algo extraño. No se como explicar que, sin quererlo, fui testigo de todas esas cosas que pasaron. La primera vez que la vi con los brazos cortados pense que habia sido un accidente, pero al preguntarle no supo que responderme y solo se dedico a desviarme el tema. Yo no volvi a hablarle de ese tema pues me obligue a creerle, pero cuando el jueves de esa misma semana la volvi a ver tuve que admitir que algo estaba sucediendo. Carolina, eramos amigos de infancia, siempre habia sido reservada con sus cosas. A veces, cuando niños, salia a jugar con nosotros un matagente, y ella, al contrario de los demas, siempre se dejaba matar; pero mayormente le gustaba quedarse en su cuarto leyendo. Era timida y siempre que algun chico le hablaba sus mejillas se tornaban rosadas y su sonrisa se apagaba. Recuerdo que le encantaban las muñecas, se dedicaba horas a cambiarles de ropa, maquillarlas y peinarlas. Su mama, quien en esos tiempos recien se habia divorciado de su esposo, siempre fue muy protectora y nunca dejaba que saliera sin su nana. Un tiempo yo estuve enamorado de ella, cuando teniamos trece años, y fui yo el que le dio su primer beso. Nunca olvidare su forma de besar, suave y con miedo, como si temeria que pudiese romperse al terminar el beso. Estuvimos tres años juntos y terminamos cuando ella se enamoro de Alberto. De esos tres años no puedo decir que todo fuera flores. Mayormente la pasabamos muy bien, yendo al cine, comiendo helados, escuchando musica y paseando por los parques. Pero habia dias en que al entrar en su cuarto la encontraba llorando. Esos dias ella me botaba a gritos y si yo le pedia alguna explicacion ella cerraba los ojos, se tapaba los oidos, y gritaba como si el alma se le estuviera saliendo. A ella le gustaban mucho las canciones tristes, melancolicas, yo, en cambio, preferia un sonido mas vivo. Si me pregunta si es un recuerdo triste o feliz el tiempo que pase con ella, diria que fue feliz pues siempre he sido masoquista. Pero a pesar que la conocia muy bien ese jueves no supe si era ella. La vi palida, con los labios heridos, el cabello alborotado y la ropa sucia. Cuando la salude no me respondio y al cogerla del brazo me miro de una forma que hasta hoy me produce pesadillas. Puedo jurar que sus ojos marrones se habian tornado negros y balbuceaba palabras que mi imaginacion las torno escalofriantes. No tuve fuerzas para detenerla ni un instante mas y le solte el brazo, ella siguio su camino y al observar la falda negra que traia note que tenìa una gran mancha roja, despues supe que era sangre. Lo supe la semana siguiente en que la vi pasar de nuevo y decidi seguirla. Otra vez no parecia ella, estaba fuera de si. La segui hasta una casa vieja y sucia, que parecia estar vacia desde hace años. Subi cautelosamente y vi que habian varios cuartos. Fui investigando uno por uno, caminando lentamente, y cuando llegue al que estaba ella senti un intenso escalofrio. Habia una chica, exhuberante por cierto, con el pecho abierto y la cabeza torcida sentada en una silla vieja. Carolina estaba hechada sobre una cama hablandole a Alberto que tenia las manos atadas y los ojos vendados. Creia que estaban hablando, pero al fijarme bien vi que la cara de Alberto estaba llena de sangre y que, sin asco, Carolina la lamia, saboreandola con gusto. Comenzo a reirse sin parar, se levanto y sin dudarlo fue hasta la silla, y con el cuchillo que tenia en la mano le clavo tres puñaladas seguidas a la chica mientras reia. En ese momento sentia que las nauseas terminarian matandome, pero hoy creo que si lo apreciamos sin prejuicios, y poniendonos en su lugar, era un hecho gracioso. Fue mientras ella se encontraba hablandole a Alberto, otra vez, donde sin darme cuenta hize un suspiro muy fuerte y ella se percato de mi. El miedo me impidio moverme, sentia que mis piernas temblaban y mi piel parecia congelarse. Ella al verme no se inmuto, al contrario, parecia como si le hubiese alegrado verme, me dio un beso y, agarrandome la mano, me hizo pasar. No tuvo que convencerme, no tuvo que exigirmelo, no tuvo que sugerirlo, pues yo mismo me ofreci a ayudarla. ¿Como terminamos aqui si yo mismo me ofreci a ayudarla? Fue en una de esas pesadillas, donde recordaba como ella pateaba la cabeza de esa chica sin piedad, que inconscientemente grite la muerte de Alberto y Natalia, creo que asi se llamaba esa chica. No solo lo grite, segun me dijeron, sino que sali corriendo de mi cuarto, como un loco, y lleve, a los que me siguieron, al lugar donde habiamos puesto los cuerpos que ia se encontraban con un olor desagradable. Lo demas es credito de la policia, que uniendo pistas, descrubrio todo. ¿Aun tiene ese grito horroroso no? Si, a veces puedo escucharla por las noches, llorar y gritar, como si el diablo estuviera a su lado. Las veces que he vuelto a conversar con ella me hacen recordar a esa dulce niña que era, pero se que un dia imprevisto tendra esos ojos negros otra vez