miércoles, mayo 23, 2007

Mentiras

Camila nos recibe con un beso en la mejilla y entre sonrisas nos invita a sentarnos a la mesa a esperar que traiga esos platos exquisitos que ella siempre prepara. Nosotros conversamos sobre el trabajo, el jefe y las metas para el fin de semana mientras nuestros olfatos sienten el dulce aroma proveniente de la cocina que hace crujir nuestros estómagos, uno va al baño, otro sale afuera para contestar una llamada y yo entro a la cocina, la tomo de la cintura y le beso el cuello.

Alberto esta en el baño y Luís afuera llamando, tranquila – le dije al ver la cara que puso, pensando que alguien podría entrar y no sería apropiado que nos vean así.

Siempre haces lo mismo José – dijo con una mueca – ¿Cómo te fue en el trabajo?

Igual que siempre, respondo, el jefe y los trabajos exagerados, las metas inalcanzables y las horas extras, mucho para lo poco que se nos paga pero como dice Alberto no nos queda otra, con lo difícil que esta conseguir trabajo en estos tiempos, además, siquiera tenemos vacaciones. Camila me contesta con un beso en los labios y al escuchar los pasos acercándose a las sala pruebo un poco la sala verde que esta sirviendo y diciéndole lo deliciosa que está, la salsa y ella, vuelvo al comedor donde Alberto ya esta sentado. Luís se acerca lentamente revisando su celular y nos comenta que Patricia, una compañera que no pudo venir, estaba en una reunión de padres en el colegio de su hijo pequeño.

No hay día que no me la ponga dura las piernas de Patricia – dice Luís.

Alberto se río y yo trate de imitarlo pero no pude, me es imposible no decirle que es un idiota al engañar a su esposa de esa manera tan descarada y más aun porque su mujer era un ángel, un ejemplo de esposa.

Sino fueras mi mejor amigo pensaría que te coges a mi mujer, cojudo – dijo Luís soltando una carcajada.

Pues sí éramos los mejores amigos pero tú nunca me hacías ni caso a lo que yo te decía. Luís era de las personas que hacían lo que querían y escuchaban solo si le convenía o apoyaba lo que él decía, guapo y galante mujeres nunca le faltaban y eran muy conocidas sus aventuras con compañeras de la empresa. Patricia era una de esas aventuras, un mujeron como decíamos nosotros pero no tanto como su esposa. Las dos eran rubias y con un cuerpo espectacular pero lo que Patricia no tenía era su dulzura, ni su sonrisa tierna, ni sus ojos deslumbrantes. Había intentado decirle esto a Luís tantas veces, de las formas que me fue posible y al final concluí que era todo en vano, jamás valoraría a su mujer como debería. Hay hombres que tienen la suerte de tener a una mujer hermosa a su lado y no lo valoran, es como tener una rosa y dejarla solo de adorno olvidándonos de regarla y ponerla a la luz. No valía la pena seguir pensando en esas cosas, Luís nunca reaccionaría hasta que ella lo dejase o se muriera, la comida se enfriaba y yo quería disfrutar el plato como siempre lo hacía cada vez que veníamos. Terminamos el plato y le agradecimos a Camila por lo suculento que estaba, nos despedimos de ella con un beso en la mejilla y nos dirigimos hacia fuera, Alberto y Luís tenían que volver al trabajo y yo solo hacer unos recados pequeños y luego tendría el día libre. No demoré ni una hora y cuando volví a la casa subí al cuarto y la encontré tirada sobre la cama sin brasier, con un polo pegado que dejaba a la imaginación todo lo que había debajo, sin nada entre las piernas y mirando televisión mientras comía canchita. Boté la maleta en la cama y me tire sobre ella buscando su lengua con mis labios mientras mis manos entraban en su sexo y le arrancaban pequeños suspiros. Ella sabía que encontrarla así me volvía loco y que no le daba chance de que me dijera nada, sabía que la tomaría entre mis brazos, la desnudaría rápidamente, la besaría con fuerza, le jalaría los cabellos y le haría el amor una y otra vez sin piedad hasta agotarme y hacer que ya no pudiera gemir más. Después ella se acomodaría el cabello totalmente revuelto y cambiaría de canal mientras yo seguía besando esos senos grandes y redondos que tanto me gustaban.

¿Hasta que hora trabaja Luís hoy? – preguntó preocupada

Hasta tarde – le dije mientras sonreía para tranquilizarla.

1 comentario:

Manongo Blue dijo...

solo piensas en tirar no =P??