El Fin
El instante final había llegado. No había donde ir ni donde huir. Después de años de persecución el detective Schizer por fin sentía que lo tenía entre sus manos: su informante le había dado la dirección donde se escondía el asesino. Podría haber llamado a las patrullas policiales y acabarlo todo en un santiamén, pero esto se había convertido en algo más que un caso, en un duelo entre dos mentes brillantes. Su honor le exigía una batalla justa.
– Por fin lo conozco, detective Leonardo Schizer – dijo una voz misteriosa.
Era una noche gris, el aire gélido congelaba sus músculos, el cielo parecía tan cercano que podía sentir que le rozaba la piel, y la luna brillaba plácida.
– ¿Dónde tiene a la chica? – preguntó Schizer – Ha perdido, no tiene sentido seguir.
– ¿A qué le llama perder, detective? – dijo la voz que se escondía entre las sombras – La gente común ve a la muerte como la pérdida máxima. Usted también, imagino, pero yo no soy un simple mortal.
Schizer dudó en caminar hacia donde provenía la voz. Por un momento había olvidado que se encontraba a siete pisos de altura, en un edificio a medio construir y que caer sería algo sencillo. La iluminación era escasa, las sombras dominaban todo el espacio. <
– Pronto llegarán las patrullas – mintió Schizer, gritando al notar que el viento furibundo apagaba su voz –. Ni Dios podrá salvarlo.
– Entonces, conocerá a Dios – sentenció la voz.
El asesino salió de las sombras. Schizer cayó sobre el suelo, impactado por la imagen que se formaba antes sus ojos. Se dijo que aquello no era un hombre, ni siquiera un demonio.
– ¿Ahora lo comprende, detective? – preguntó el asesino – ¡Yo soy Dios!
Sus labios no podían articular palabras, un silencio atroz lo había enmudecido. Admitió, no sin resignación, que estaba ante una especie de divinidad macabra.
– He renacido gracias a la sangre de aquella virgen – comenzó a decir –, me he vuelto algo que va más allá de todo entendimiento y de todo límite. Hoy comenzará una nueva era. El Apocalipsis ha llegado y es gracias usted, que es la pieza primordial. Usted y su vanidad, su honor estúpido de humano. Es el testigo que necesitaba para la ceremonia. Dentro de cinco minutos, cuando den la media noche, el mundo habrá llegado a su fin. Ni siquiera mi propia muerte detendría este juicio.
Schizer sentía que su cuerpo se iba paralizando, su visión se iba tornando borrosa y el horror lo invadía. En medio de la desesperación una imagen fugaz que pasó frente a sus ojos como una ráfaga de luz, le dio una revelación.
– Has perdido – dijo una vez más Schizer mientras ponía la pistola contra su propia sien, satisfecho –. Mi vanidad me ha sentenciado, pero también la tuya.
El asesino lo miró incrédulo. Acompañado de una mueca de horror en su rostro corrió desesperadamente contra Schizer, no sin dejar proferir todo tipo de blasfemias. Pero ya parecía demasiado tarde.
– Es el fin – dijo Schizer. Cerró los ojos y apretó el gatillo.
Entonces despertó.
2 comentarios:
Y Helí disparo!! - Ni el mismo pudo deternerse.
me gusto =O
una pregunta xq le pones esas weadas de signos
suport list =S?
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