lunes, diciembre 28, 2009

dulce silencio el de tu ausencia,
toca mi húmero y lo estruja,
el hueso de la pierna es el corazón mismo,
tú lo sabes,
y sin embargo, tus ojos incendian este cementerio mío,
no entiendes que la ceniza y la tierra mezcladas me forman,
yo no nazco de ningún Dios,
emerjo de lo olvidado,
de lo que a nadie le importa,
el espacio entre una sombra y otra,
la página arrancada de un libro,
la biblioteca perdida,
todas esas cosas, incluso más,
por eso entiendo las ansias nómadas,
este bastión de cráneos rotos
es el burdel de las almas en pena,
el sexo fúnebre da luz a todos esos monstruos,
que nuestros padres nos cuentan antes de dormir,
y que nos miran con su ojo fétido y suplicante,
por las noches.

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