sábado, diciembre 26, 2009

el tiempo camina despacio,
me observa con sus agotados ojos,
es el retrato más fiel que tengo,
sus pasos no saben dónde van,
su mirada no conoce el horizonte,
va a estrellarse al final contra alguna pared gris,
luego mirará atrás y llorará,
lamentablemente se volverá a levantar,
la voz de algún libro antiguo le dirá:
“yo también fui hombre…”,
pero importará un carajo,
que va a saber sobre ser hombre
un apolillado libro de páginas amarillentas.


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ay, la voz sorda,
el grito subterráneo, estomacal,
el pequeño pico pidiendo:
que lluevan no sombreros sino lombrices,
ácido en el mundo medio mordiendo,
arañando las paredes,
los cabellos infantes y contaditos,
uno, dos, tres, cuatro,
silencio,
los grandes templos están vacíos, ahí solo eco ausente;
pregunta:
¿quién alimentará, ahora,
el corillo agudo,
a los pequeños dueños del reino?


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se viene otro año más y aun siguen esos cerros
que ya deberían ser nada más que polvo bruto...

feliz navidad a todos

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