viernes, febrero 19, 2010

he pensado en el polvo,
en esos pedacitos de existencia que se colaban
en tu rostro y te maquillaban,
eran pequeñas luciérnagas que bailaban
anunciando la cama que te sostuvo aquellos tiempos
cuando entrabas cautelosa
y decías que las telarañas y el polvo de aquel cuarto
te recordaban tu infancia,
a papá y mamá desnudos haciendo el amor
sobre una cama rechinante,
aquel polvo y la desnudez,
y la sombra total cubriéndonos,
nuestros sudores como una amalgama de colores,
mientras mi sexo se aferraba al tuyo
como una lanza al corazón de su enemigo,
y ni olvidar aquel vestido blanco de novia
que te gustaba usar para no sentirte culpable
de haber perdido la virginidad tantas veces sin haber visto un altar,
mientras llorabas mares,
(orgasmo y llanto,
ecuación extraña),
yo te oía decir que no eras más que una simple puta,
y te decía que las putas sufrían
y en el dolor estaba la salvación del pecado,
el sufrimiento era el mejor purgante,
y tu sufrías tanto porque habías nacido con el sexo estrecho,
Dios no podría castigarte ya más
y yo no tendría piedad para asegurarte un lugar allá sobre las nubes,
entonces llegaba un momento en que todo comenzaba a temblar,
y yo no sabía si tan solo era tu cuerpo,
o era el mundo que se nos caía encima,
yo solo podía ver tu rostro,
tus ojos brillosos abiertos,
te preguntaba que sucedía allá arriba,
pero no respondías,
el clamor de tu sexo doliente,
de tus piernas como dos grandes tenazas imposibles,
me obligaban a seguir en mi labor,
embistiendo como toro viejo y cansado,
hasta ya no poder más y colapsar sobre la blandura de tus senos,
esperando que el mundo se acabase
de un momento a otro,
mientras tus manos arrullaban mis cabellos
y cantabas una canción de cuna
que se iba quedando sin letra hasta convertirse en puro silencio

1 comentario:

Anónimo dijo...

mi nino!!! :) como extrano esa tarde!