jueves, abril 01, 2010

ya no escucho,
el silencio ha apartado tu voz
con su gran mano huesuda,
ya no escucho,
los caballos chocan su herradura contra el piso
y podrían parecerse al sonido del tiempo
pasando sobre nosotros,
y, sin embargo, sigo sin escuchar,
no sé si entiendas,
aquel árbol que se tuerce y envejece,
y que busca mirar su sexo y no lo encuentra,
soy yo,
yo, que hace mucho dejé toda mi osamenta,
como si dejara una letra sobre un papel en blanco,
he tapado mis oídos
para no oir el llanto de mi corazón-estómago,
(sí, forman un solo órgano,
no es necesario sufrir doblemente)
ya se tiene bastante con llevar ojos y ver,
y luego no encontrar,
ya hay bastante con limpiarse el cuerpo con agua a diario,
y a pesar de eso,
no sentirse libre, ni limpio,
ya es bastante con todo eso para luego querer escuchar,
prefiero el silencio,
la ausencia de todo,
ser polvo a lado de más polvo,
nadie ha de pedir que seas más que eso,
olvidarse del llanto de la raza,
pegarse a las paredes como si abrazara el seno materno,
y luego el reposo infinito,
eterno,
el abismo enorme que es tan cálido,
la caída sin temor,
el regazo suave y sublime del olvido.

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