lunes, julio 19, 2010

poema para no ser leido

Muchos querían morir allí


a ti, alejandra,
ya mi cuaderno no aguanta más tinta



muchos querían morir a tu lado,
y yo sin ser la excepción,
y sin haberlo logrado,
también quería hallar mi nicho cerca,
encontrar ese pedacito de tierra
que sería como un abrazo tierno
de un sueño que tuve cuando niño
y que ahora se antoja lejano
e inalcanzable,
he abierto tantos libros,
he leído una palabra
o una frase,
de izquierda a derecha tantas veces
que he llegado a confundir una letra con otra,
en el vano intento de encontrar alguna respuesta dentro,
pero las respuestas no se encuentran
en las páginas amarillas
manchadas con tinta negra,
y además que existen un sinfín de preguntas,
es absurdo buscar en los libros de literatura
o en los libros de historia,
o en los de economía,
incluso ahora que escribo todo esto estoy tratando de buscar esa respuesta,
que tú leas esto y me digas de una vez
si entiendes algo de este amor,
y ya lo digo desde ahora para que luego no se anden preguntando,
he pensado innumerable veces en la muerte,
he visto a los carros pasar como animales salvajes y veloces,
y he estado tentado por subirme en sus lomos
y aventarme al abandono de no vivir más,
y ya que hablamos de animales
vale decir que yo jamás he sido un león,
ayer me lo reclamaba un árbol
cansado de ver siempre
mi semblante triste y acabado,
me decía: “entonces se un león,
desgarra todo con tus garras,
toma lo que desees”,
yo lo miraba confundido,
¿es que acaso quiso tomarme
el pelo?
yo no podría ser un león,
jamás me nacieron garras
ni colmillos,
y no tengo rugido,
ni siquiera tengo voz,
lo único que tengo es un par de manos
y un lapicero barato
y una hoja simple donde escribo todo esto,
y es duro todo,
más duro de lo que tú podrías imaginar,
porque llevo dentro una sangre que grita su linaje,
una sangre que me exige
que tome las riendas doradas
y cabalgue hacia la cima que nos espera,
y yo lo que quiero es tan solo llegar a la muerte contigo,
sin importar si es la cima
o la sima,
encaramarme en el espacio que ocupa tu sombra,
desterrarla como si fuera
un forajido sin hogar,
plantar mi banderita empolvada
de tanto estar guardada en el ático olvidado,
plantarla sobre tu torso desnudo,
y entonces recién
pensar en las demás cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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