miércoles, setiembre 01, 2010

II

muchachita,
así estés lejos o perdida,
yo enciendo el faro cada noche,
no sé si con esperanza útil o inútil,
pero enciendo la luz de este sol pequeño
que con sus manitas intenta abrazarte,
a pesar que el horizonte le parezca una hidra de cien cabezas,
o incluso más.

III

día uno, tus ojos
día dos, tu boca
día tres, tus cabellos
día cuatro, tus pequeños senos
día cinco, tus muslos
día seis, tu vientre,
día siete, tu sexo;
y la semnana comienza de nuevo.

IV

ha sido un conjuro todo esto,
una noche de pronto apareciste
y yo me encomendé a la virgen de los desamparados,
porque no existe la de los enamorados,
y, además,
desamparado y enamorado,
para casos prácticos,
es la misma vaina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nino extrano nuestras conversaciones...