miércoles, febrero 23, 2011

me he despertado una vez más,
y otra vez es el acto de sobrevivir,
Lima se derrite bajo el sol de verano,
y mi corazón transpira
sus sueños que caen como gotas al suelo
donde se evaporan finalmente
y se vuelven nada más que aire o vapor,
algo invisible e intocable,
algo así como tu presencia,
hoy no es un buen día para hablar de ti,
ni para recordarte,
me lo ha dicho este silencio,
la casa vacía,
la refrigeradora vacía,
el niño abortado de un futuro que jamás llegará,
no es un buen día y, sin embargo,
aquí me ves,
soy un cíclope que por su tamaño
no puede dejar de ver el mundo,
su único ojo,
su ojo maldición,
que jamás se cierra y lo obliga a ver el horizonte,
¿acaso en momentos como este,
no sería como un milagro una flecha dorada,
una astilla precisa, oscura,
que atravesara la pupila hasta dejarnos ciegos?,
ver cuando ya no se quiere es una maldición,
lo mismo que vivir,
o andar cuando ya no hay sendas qué recorrer,
antes yo me decía que aún quedaba mucho por escribir,
ahora ya no,
el minotauro ha muerto,
aquella dulce bestia mitológica,
el pegaso se ha encendido a sí mismo
y es como una estrella que vuela y muere y sus cenizas van cubriendo el mundo,
ya no hay espacio para algún verso más en el papel,
se ha acabado,
la lluvia del olvido va cayendo sobre la ciudad,
y a nosotros no nos queda más que cerrar los ojos
y entregarnos al sueño azul,
infinito,
de la muerte.

No hay comentarios.: