domingo, marzo 20, 2011

hoy he amanecido en aquel cuarto de antaño, donde el amor se arrastró por primera vez, donde enraizó y creció como un árbol invisible que se camuflaba con cada una de las paredes. he visto las palabras que escribí aquellos años. las he leído, pertenecen a otro tiempo, a otro yo, uno que ya no es nunca más, que se perdió en alguna ciudad, o que se ahogó en algún mar. y ella tampoco es la misma: ahora tiene otro rostro, otro cuerpo, otro ojo misterioso. y sin embargo, el rastro del amor aún sigue presente. quizás algo borroso, como si susurrara, muy bajito: "fui una voz algún tiempo atrás. ahora no soy más que esto, un susurro". la pared que hacía de cielo, gritaba el amor. aquel cuarto que escuchó los primeros gemidos que mis oídos oyeron, los primeros orgasmos.

no sé por qué escribo todo esto, pero lo hago porque algo me lo exije: dejar constancia de que ahí sigue aquel cuarto, con aquellas palabras negras ya borrosas, con los fantasmas de lo que fuimos deambulando, haciendo tristemente el amor como deben hacerlo los muertos.

ahí sigue aquel cuarto y aquí estoy yo. ahora el amor tiene otro nombre, piel canela, nariz de roedor. ¿nos aguardará algún cuarto sólo para nosotros? supongo que sí, eso quiero imaginar. y las palabras que nacerán serán distintas a las otras, pero en esencia lo mismo: el amor hecho poesía.

quiero imaginar, que hoy, aunque tu presencia y tu voz estén tan lejanas, quiero imaginar que lloverá y que serás tú tocándome, abrazándome, acariciándome y diciendo: "ya con veinticuatro, es inevitable quererte".

1 comentario:

Anónimo dijo...

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