viernes, agosto 19, 2011

cansado de esta piel,
de estos huesos,
de este corazón delator que bombea y bombea;
cansado,
como quien dice: "ya no usaré más ropas,
estamos hartos de la moda
y la aversión a la desnudez de la high society del país más distante
e indiferente del mundo";
cansado como el gallo que se cansó del instinto
y cuando dio el alba, el cielo gris y limeño lo entristeció tanto
que volvió a la cama de paja,
acongojado;
cansado,
como un camaleón que ahora viste de los colores más chillones,
harto de esconderse,
grita su presencia,
ya nada le asusta;
cansado,
como un Cristo que en la cruz jamás pidió perdón por los pecados de nadie,
que ahora viste de hippie y dice: “a la mierda el mundo, padre”;
cansado, supongo,
que solamente cansado,
como un universo donde las estrellas se convierten en gotas
y comienzan a caer sobre el asfalto
– suicidas –
sobre las cabezas desprotegidas de los transeúntes,
sobre las madres, los niños, los recién nacidos,
sobres los ancianos que pasan frío a la intemperie y duermen
sobre un pedacito de cartón más delgado que una manta
(más delgado que la bondad de muchos seres humanos);
cansado de esto,
de aquello,
de todo un poco y a la vez de nada;
cansado,
y no temo decirlo,
uno tiene el derecho de cansarse alguna vez,
de olvidarse de los mártires,
invocar al demonio para también mandarlo al demonio;
cansado,
solamente cansado,
nadie puede decirme que no tengo el derecho hoy
a sentirme cansado,
¿quién no lo ha estado alguna vez?
cansado de la historia,
de las guerras,
de la política
del amor,
de este tonto corazón;
cansado del idealismo,
las utopías,
las promesas,
los sueños,
la literatura,
la música,
el azar,
hoy nada se salva,
el apocalipsis de mi alma arrasa con todo;
cansado, incluso, de estas letras,
de repetir la palabra cansado
como si uno no estuviera cansado de cansarse;
cansado,
cansado,
cansado,
decirlo tres veces seguidas como una especie de conjuro
y esperar que suceda algo;
cansado de que no sucede,
repito la palabra y el mundo sigue en lo mismo
y en oriente siguen muriendo niños de pies descalzos;
cansado, por última vez,
de estar cansado;
este punto y coma termina el poema y yo me levanto de la silla
para ir a transformar el mundo.

1 comentario:

Federico dijo...

Oe, no pe, se supone que lo que aportas a la revista es inédito...

En cualquier caso, no te canses, que falta mucho.

Saludos!