al borde de la línea,
siempre,
al filo del abismo,
tus ojos me miran desde ahí,
negros,
entonan una melodía fatídica,
apocalíptica;
¿para qué llamas, hechizera?
no invoques mi presencia,
no levantes a los muertos de las tumbas
solo para saciar tu apetito de anaconda;
deja mi memoria en paz,
todos mis recuerdos,
ya no son más que alimento de gusanos.
jueves, setiembre 22, 2011
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