sábado, setiembre 24, 2011

ayer pasé una noche como no la pasaba hace mucho tiempo. fuimos entre puchos, caminatas y parques con árboles de las formas más extrañas posibles. con pocas personas puedo ser yo mismo, cabalmente, y no creí que contigo sucediera (no nos conocemos casi nada). incluso pensé que todo sería inútil cuando me di cuenta que había apuntado mal tu número y que estaba a la deriva, simplemente parado, fumando, esperando que me encontraras como un perro bajo la lluvia que busca a su ama. sucedió, me encontraste, siendo yo nada más que un faro con el ojo cerrado, triste faro sin luz y apenado por todos los navíos que encallarían aquella noche. me dejé guiar, como pocas veces, te dejé el timón y dije que podíamos tomar el rumbo que quisieras. las calles limeñas eran silenciosas, como nuestros corazones melancólicos. caminamos mucho, respirando este aire gris limeño. cuando te fuiste un pensamiento quedó en mi cabeza: "tengo miedo". las últimas historias de mi vida me han dejado con esa sensación atroz de no ser más que un forest gump y correr y correr. por ahora la soledad está bien, o siquiera es lo que creo. por lo menos hasta que vuelvan las ganas caer una vez más, de hundirse en el fango de la ilusión.

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