domingo, febrero 19, 2012

nos quedamos mirando la ciudad
con los ojos llenos de luz,
la ciudad que se abría ante nosotros
como una flor en primavera,
que nos cobijaba en su vientre
de madre primeriza,
nosotros la mirábamos y en eso consistía el juego,
mirarlo todo como si fuera la primera vez que lo hiciéramos,
decirnos que solamente ahora era que existíamos,
cuando ambos mirábamos a la gente yendo de un lado para otro
-¿a dónde iban tan apurados?,
nos preguntábamos-
nosotros no tenemos prisa,
el tiempo es como tirar los dados una y otra vez
sobre la mesa;
y es que somos inmortales,
amor mío,
e incluso cuando estos cuerpos se agoten
vivirmos en la memoria de un niño
que emocionado le dirá a su padre que nos ha recordado
sin entender bien qué es lo que significa;
eso mismo,
nos recordarán los niños y las piedras,
el mundo nuevo hablará de nosotros
y seremos trasmitidos de padres a hijos;
solamente cuando la tierra sea polvo
ya nadie hablará de nosotros
solamente cuando la tierra sea polvo;
aunque quizás cuando un ser de otra raza
se acerque y le diga polvo:
"Hey, tú, cuéntame una historia";
puede ser que entonces
hable de nosotros.

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