sábado, mayo 19, 2012

dijiste alguna vez
que el amor nos sobreviviría
como algun día lo haría
esta ciudad, estos edificios,
estos arenales donde en el futuro no habrá nada de nuevo
- como al inicio de los tiempos,
antes del hambre y los pueblos jóvenes
que comenzaron a poblar la costa,
el horizonte cobrizo y limpio
como una princesa india desnuda y pies decalzos -;
el amor y su instinto de parásito inexpugnable,
que no muere,
que se arrastra,
que no muere ni crucificado
o negado tres veces amor,
amor,
amor,
yo no te quiero...
no muere y nos sigue como una sombra,
como un fantasma,
nos aprieta el cuello por las noches,
nos baja el pantalón y nos señala:
!soy un eunuco,
el corazón voló como una gaviota
buscando el océano donde te hundiste
para nunca más salir!
y ahora me arrastro,
soy una larva, soy el amor que va por estas calles,
que se esconde entre las cloacas,
entre le hedor de la mierda y el vaho que forma tu rostro...
y no es que te diga amor,
amor,
mi amor,
ya no te quiero,
que entre tanta mierda tu rostro toma una mejor textura,
que entre tanto rostro ya no es el mío el que me asusta
- tantos rostros que no son rostros,
sino máscaras, antifaces -;
no, ya no te quiero
y tú tampoco,
el amor nos ha sobrevivido al igual que la mierda
y tantas otras cosas,
al igual que las larvas
y los huesos de los coyotes que mueren en la más completa soledad...

nos sobrevive la sangre,
los órganos,
las cenizas,
el cuerpo entero,
pero no sobrevivirá las polillas
que hambrientas devorarán estas páginas
hasta que solo quede el punto final
y luego ya ni eso

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