domingo, julio 01, 2012


hoy el cielo
se ha vuelto un gran espejo
y rebotan mis palabras desoídas cuando te digo:
quiéreme hasta la médula,
empalaga tu blusa de atardeceres,
hay una playa llena de nuestros pasos
que visitamos cuando infantes,
mi sombra más la tuya
hacen el número perfecto
que espanta la cucufatería
y tu sexo esplendoroso
que se abre no como una flor
sino como un niño que clama hambre…

mi amor nunca entendiste
que yo tenía que quererte con uñas y dientes
porque cuando me hablaron del amor
mamá preparaba la comida y cortaba la cebolla,
y yo pensé que era la cebolla la que lloraba por ella,
y que Cristo debió haber sido también una cebolla
que lloraba por la humanidad entera,
y que el amor consistía en eso,
en llorar y sufrir por los pecados del hombre,
por el amor de una mujer,
hasta derramar la última gota
o cortarnos el dedo con el cuchillo.

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