martes, abril 19, 2011

esta ciudad, estas calles,
esta noche estrellada de Van Gogh,
el mar se desborda, amor mío,
y yo recuerdo mis palabras,
el romance derramándose de mis labios
como la ceniza de mi cigarrillo;
el mar se ha desbordado
y como una boca hambrienta va cubriendo estas calles,
esta ciudad que se ahoga,
por momentos pienso en ella como mi cuerpo
y entonces me percato que soy yo y no otro,
y no esta ciudad,
quien está hundido, hasta el cuello,
mi cuerpo es arrastrado hacia las profundidades
y es extraño, pienso,
todo este océano tiene aroma y sabor a ti,
¿en qué momento nos transformamos en esto?,
yo, el cuerpo que se hunde,
la ciudad o la pequeña isla sobre este océano que eres tú,
nuestra piel mudando constantemente,
nuestros cuerpos conviertiéndose en dioses panteístas
como en los cuentos andinos que me leía mamá,
pero siempre el mismo corazón,
el mismo latido, el mismo susurro,
tu verdadero y único nombre,
muchachita azul,
ése que llevas desde el inicio de los tiempos,
que se eleva y se sujeta del firmamento como un pequeño broche de oro,
ése que con sólo pronunciarlo haces que el mundo entero tiemble
y sucubma sobre las rodillas del universo.

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